El Príncipe Maquiavélico

Nicolás Maquiavelo tiritaba del miedo luego de que, en lontananza, avistara el arribo de los Medici, con todo y su corte, a Florencia. Poco importaba si creía en su apreciado Lorenzo y sucesores, vulgares ladrones. Su pesar era inminente. No sólo llegaban los dueños del terruño, sino también y con ellos, su claustro y el despojo del cargo de secretario de la república.

Detrás de los barrotes, Maquiavelo se hizo de la pluma para llevar al papel todo cuanto había visto mientras trabajaba en la cancillería. No sólo sentaría en la páginas el devenir de los tiempos republicanos que vivió Florencia, sino que también esgrimiría su hipótesis de cómo los gobiernos monárquicos se valen de todo tipo de argucias, triquiñuelas, chisme de lechos y pasillos cortesanos, espadas, batallas, fuegos, riñas y engaños para mantener el poder en sólo un par de manos, en una sola y rutilante corona.


Así, la célebre frase, "el fin justifica los medios", pasaría a las indelebles páginas de la historia.

De su experiencia escribió, no hay príncipe sin principado, heredados son unos pocos agraciados, por designio divino y también Maquiavelo los conoció nuevos y mixtos, dónde prevalecían aquellos antiguos más listos. El temor ha de infligir en los siervos de la corona, acabose al amor como insignia y pertinente una virtud entendida como presteza del delfín.


El autoritarismo, el despotismo, la ruindad, deben ser las armas que todo príncipe que se respete ha de empuñar. Sus vasallos de terror deben temblar obedientes, con la cabeza abajo, jamás refunfuñar. La obediencia es la condena. En caso contrario, el trono corre el riesgo de que las masas se rebelen y así perder, como agua entre las manos, el poder real.


De oscura fue tildada esta pragmática obra, por lo inconveniente que le parecía a los Hegemónicos lavar su armadura, su nombre era afín al del mismísimo Satán, maquiavélico epitafio le supuso el transcurrir de sus días, pese a recibir amnistía murió en la miseria y sin imaginar que tras generaciones un legado expelo. El Príncipe, quizás el dibujo más realista de la conformación social y política de una era.

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